jueves, 14 de marzo de 2019

Relato. 'Una mota de polvo'


          En esta ocasión he querido volver a los relatos científicos con un tema y un proyecto que me fascinó nada más oír hablar de él: el nanocosmos, el cosmos enano, literalmente. En este pequeño mundo dentro de la inmensidad del universo se estudian como desde las partículas y sucesos más pequeños en apariencia puede surgir una complejidad inimaginable. Como de la muerte de las estrellas surge la semilla para una química impresionante. 
        Existe un proyecto que, bajo el nombre de Nanocosmos, intenta trasladar todo este mundo desde el espacio al laboratorio. Dedicado a este proyecto y a su apasionante tema va mi relato de este mes. 


Una mota de polvo.


          En el cielo de algún planeta hay una luz menos. Quizá nadie se percate de ello, pero en algún rincón del universo, un sistema planetario está de luto. Era una gran estrella, dirían los astrónomos. Suficientemente grande como para que su desaparición no dejase indiferente al espacio que la rodeaba: explotó y se convirtió en supernova, aunque su historia no acaba aquí. Antes de morir se formaron en ella unos pequeños granos de polvo, nada impresionante en apariencia. Uno de ellos merodea por el espacio, a merced de los gases y corrientes de otras estrellas aún jóvenes. La gravedad también hace su trabajo y pronto se encuentra con otros granos de polvo. Poco a poco se acercan para formar esas magníficas y coloridas estructuras que llamamos nebulosas.

          Es ahora cuando empieza todo, al abrigo de la nebulosa. Podría decirse que solo hay materia inerte, pero el pequeño grano de polvo atrae lo que le rodea y pura química ocurre en él. Unas moléculas chocan con otras en medio de un baile donde los pasos los marca la física. Cuando los aprenden, estructuras más y más complejas aparecen sobre las motas de polvo por arte de ¿magia? No, ciencia.

          Quizá algún día, la mota de polvo salga de la nebulosa y llegue hasta un planeta remoto, aparentemente inerte. O quizá sea la chispa que provoque su formación.
          Quizá ese pequeño grano sea hoy parte de ti.
          Tal vez una vez fuimos y algún día seremos polvo de estrellas. 

La preciosa Nebulosa del cangrejo a 6.500 años luz de distancia, en la constelación de Tauro.
 Nació de la explosión de una estrella, cuyos restos aún permanecen en el interior de esta 
masiva y aún viva maravilla de nuestro universo.
Imagen de NASA, ESA, J. Hester and A. Loll (Arizona State University)


Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVcosmos .

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